He comenzado una nueva lectura preciosa. Se trata de un libro del maestro Thich Nhat Hanh titulado “Silencio. El poder de la quietud en un mundo ruidoso”. Mientras leo, puedo ponerle palabras a un tema sobre el que llevo un tiempo meditando y también trabajando en mí misma. Y es que mi cuerpo y mi mente me recuerdan, cada vez con mayor intensidad e insistencia, conectar con el silencio de forma diaria y ser cuidadosa con lo que consumo.
Hace unos días mientras leía, me encontré con un concepto que llamó especialmente mi atención y se trata del “alimento sensorial”. A día de hoy, comenzamos a ser muy conscientes del tipo de alimento que le damos a nuestro cuerpo. Miramos etiquetas, si ha sufrido algún tipo de procesamiento industrial, procedencia, si es de temporada o no, efectos y/o beneficios que tiene sobre nuestra salud física y sobre el organismo, etc. Sin embargo, son pocas las ocasiones en las que ponemos la lupa en el alcance y en las consecuencias que tiene sobre nosotrxs todo lo que consumimos a través de nuestros sentidos y de nuestros pensamientos.
En la Era del Conocimiento puede resultar difícil resistirse a tanta información y más si eres una persona curiosa y con una gran inquietud por aprender e investigar sobre temas que te apasionan. A golpe de clic disponemos de tanta información como deseemos. Lo mismo ocurre con todo el material audiovisual del que podemos disfrutar: películas, series, podcast, redes sociales o videos en Youtube.
Todo ello es fantástico y realmente puede hacer nuestra vida mucho más fácil y rica. Sin embargo, como todo en la vida, imagino que dependerá del uso que cada unx de nosotros hagamos de ello y del “para qué”.
¿Cuántas veces has tenido un problema o has vivido una situación que te ha generado incomodidad y rápidamente has empezado a consumir redes sociales aún sin estar leyendo ni prestándole atención a nada en particular?.
Solemos pasar por alto la cantidad de ruido y el bombardeo diario de información al que estamos sometidos, así como el efecto que puede producir en nuestro bienestar y en nuestro día a día. Si te detienes unos minutos al día y observas, te darás cuenta cómo tu energía, tus emociones y tu cuerpo físico pueden responder ante cierto tipo de contenido o información. Lo mismo ocurre con determinadas personas, conversaciones, noticias, e incluso lugares.
Sin duda, disminuir el consumo de redes, cuidarme de ciertas personas y situaciones, la meditación y proveer a mis sentidos con generosas dosis de naturaleza, familia, amigxs, hogar, buena lectura y buena música, son algunos de mis grandes aliados para este otoño que invita a descansar en el silencio y la quietud que sólo puedo encontrar dentro de mi misma.
Gracias por leerme 🙂