Te pongo un ejemplo… Si crees que no tienes los suficientes conocimientos o que necesitas más experiencia para llevar a cabo ese proyecto que deseas emprender, será muy probable que sólo se quede ahí, en el mundo de las ideas. Por tanto, esa creencia limitará tu evolución. Pero, ¿qué ocurre? Que en la mayoría de las ocasiones, se producen a un nivel inconsciente y automático. Por eso, considero fundamental comenzar a conocernos, a saber cómo nos relacionamos con nosotras mismas y con la vida. Deconstruir, cuestionar y aprender a identificar esas creencias que, sin luz y consciencia, pueden tomar la rienda de nuestras vidas, llevándonos a vivir “cómodas” pero totalmente desempoderadas.
Ahora bien, una vez comienzas a identificarlas (¡ojo, esto ya es un súper logro!), te encuentras ante el reto de reprogramarlas. Según yo lo entiendo y lo experimento, las creencias no se eliminan, más bien, se sustituyen por otras. Y aunque esto es un proceso bastante más complejo y profundo, hoy me apetece compartir una herramienta que a mí me ayuda a explorar más de lo que se cuece en mi cabecita. Se tratan de las aformaciones, sí aformaciones, que no afirmaciones.
Es posible que hayas leído o escuchado hablar un poco más de estas últimas. Si no es así, te explico brevemente qué son. Las afirmaciones son frases cortas, concisas y siempre formuladas en positivo. Una especie de mantra que actúa como recordatorio y que también pueden ayudar en la reprogramación de creencias. Yo suelo escribirlas y las pongo en mi altar, en el libro que me encuentro leyendo en ese momento o las reparto en post-it por los muebles de casa. Y aunque ciertamente, me generan calma y tienen un poder sanador en mí, cuando se tratan de creencias muy arraigadas, mi mente no siempre se “las cree”.