Me maravilla observar el poder sanador del grupo. Aún más entre mujeres. Aprecio cómo estos espacios generan la oportunidad de profundizar en nuestro propio autoconocimiento, mejorar la relación con nosotras mismas y poder vernos a través de las demás. El círculo es un espacio de apoyo y contención, donde cada mujer puede compartir, si así lo desea, su recorrido, sus experiencias, sus heridas, mostrar su parte más vulnerable, herramientas que le han hecho crecer y los aprendizajes adquiridos durante el camino.
El círculo simboliza la ciclicidad y el camino. En él, todas somos iguales, unas frente a las otras podemos mirarnos a los ojos, de frente, a la misma altura. Apoyadas y acogidas, nos permitimos abrirnos, expresar, compartir, aprender y acompañarnos en un viaje personal respetuoso y transformador.